La gran búsqueda
Ver significa percibir con los ojos. Mirar, añade a la acción de ver, la de observar.
A eso fue que la NASA, en colaboración con la élite científica y tecnológica internacional, destinó veinte años de trabajo y más de diez mil millones de dólares americanos, para la construcción del telescopio James Webb, bautizado así en memoria del segundo administrador de la NASA y gran impulsor del proyecto Apolo que años después, puso al hombre en la Luna.
El James Webb fue lanzado al espacio el 25 de diciembre de 2021. Qué coincidencia para estos días. Y viajó parte importante de este 2022 que se acaba, hasta instalarse “cerca del segundo punto de Lagrange (L2) del sistema Tierra-Sol, que se encuentra a un millón quinientos mil kilómetros de la Tierra, justo enfrente del Sol”.
Desde ahí, ha comenzado a actuar como los ojos de la humanidad, escudriñando en su viaje al origen mismo del universo. Con razón la prestigiosa revista Science ha determinado que el lanzamiento y puesta en órbita del James Webb es el avance científico más destacado de 2022.
Superando la velocidad de la luz, la de “ver” nos ha permitido observar fotos de estrellas nacientes y un espectáculo de belleza cósmica nunca visto. Seamos claros, atrevámonos a decirlo, éste se trata de un viaje regresivo al pasado, en busca de Dios. No es que se pueda declarar explícitamente. Digamos entonces que es un viaje al pasado en busca de nuestro origen y por lo tanto, de esa certeza que nos explique nuestra razón de ser y destino.
Ver allá afuera.
Absorta la mirada de espaldas a nuestra excepción celeste, pequeña como una gota de mar y más, la escena resulta como si el cigoto quisiera explorar afuera del útero materno para explicarse su existencia. Gira el James Webb, de espaldas a Ucrania, desentendido de Qatar, del cambio climático, del metaverso y de nuestra condición humana que se queda chica para una existencia que termina en muerte.
Como almas inquietas, exploremos más allá en nuestro encuentro reflexivo.
“Ver” se emparenta con “volver”, palabra que significa “dar vuelta a una cosa, girarla, de manera que quede a la vista lo que antes estaba oculto”.
¡Es tiempo!
Hacer futuro es poner la confianza en el camino, que la meta se logrará por añadidura. Significa imaginar antes que ver. ¿No fue acaso al principio la Palabra?
Cuarta semana de Adviento en esta Tierra delicada y sostenida por una inmensidad que sólo existe en ella.
Ver, volver.
Dar más que recibir, buscar más que exigir, arriesgar más que anhelar, tensionar más que presionar, construir más que consumir, asumir más que juzgar.
En las empresas como en las familias, como en cualquiera comunidad que se precie de ser algo así como una constelación de almas, que el mérito propio sea nuestro requisito para aspirar al bien común. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo podríamos salir de esta especie de ensimismamiento en la que hostiles buscamos respuestas en nuestras obsesiones gastadas?
Intentemos un paso más: VER, VOLVER, VERDAD.
Verdad que encuentra su raíz en la palabra “veracidad”, del latín verus, que expresa confianza en la correspondencia entre lo que se cree y lo que se dice, y lo que es.
Cómo no desear que esta Noche Buena, para cada una de nuestras pequeñas existencias, nuestras ansias de ver nos muevan a volver. Y que ese pequeño acierto antropológico nos reencuentre por fin, con el Camino, la Verdad y la Vida.
¡Se anuncia!
Celebrado por innumerables supernovas reside desde siempre y sin tiempo en el Origen. Pero ya falta poco para que nos vuelva a visitar. Que este 24 de diciembre la estrella nos muestre indefectiblemente el pesebre y que Jesús, en su Eterno Nacimiento se quede con nosotros y nos redima. Que enseguida lo volvamos a encontrar en su Cruz, clavado, y que lo sigamos luego en la certeza de su yugo liviano, de regreso a casa, al Principio.
Junto con agradecerles por todo lo que son para nosotros, reciban nuestros sinceros deseos de paz, renovada fe, y esperanza firme para el 2023 que se avecina.
Con nuestro especial afecto para cada uno de nuestros buenos amigos.
Panel Consultores