Lecciones 2020
Rápido, como una “vorágine”, el año 2020 llega a su término. Eterno a ratos, cómo fue que se nos pasó volando. ¡Fuerte caer en la cuenta que nuestro Chile es poco más que la huella de tres personas de setenta años!
No hay minuto que perder y sin embargo, ese, el tic tac de la vida se nos escabulle de manera inentendible haciendo contrapunto con lo eterno.
Para lo que nos llevamos y lo que dejamos no se aceptan devoluciones. No se puede volver atrás ni se puede visitar el futuro. Así es que indaguemos un poco a ver si pudiera resultarnos factible siquiera formarnos un juicio de este 2020 que termina.
Buscando una imagen que valga más que mil palabras me he reencontrado con la magistral actuación de Will Smith en el papel de Chris Gardner, ahí en la película estrenada en 2006, titulada “En busca de la felicidad”.
Chris Gardner es un hombre fracasado aunque buen padre. Es un soñador y un optimista compulsivo.
¿Habrase visto? Escáneres de densidad ósea portátiles. Ha apostado su futuro, con todos sus recursos propios y ajenos y ha comprado un stock importante de esos equipos para venderlos. Junto a su hijo Christopher vive las penurias. Pierde a su mujer, nada le funciona y se va degradando. Quizás si lo desconcertante a lo largo de la película, sea justamente ver cómo el hombre no pierde su optimismo. Infatigable, es capaz de sobrevivir cuando no le va quedando oxígeno.
Chris no sabe nada de nada. Pero es inteligente, intuitivo, dotado de una extraña facultad que lo lleva a mirar el vaso medio lleno. No tiene vergüenza y ama a su hijo al punto que esa es la vara de su dignidad.
La maravilla de esta historia se hace posible cuando Chris se cruza inesperadamente con Jay Twistle (Brian Howe) en la disputa por un taxi. Ninguno de los dos cede, de manera que optan por compartirlo. Jay es Socio en una Corredora de Bolsa y va apurado. En su mano lleva un Cubo de Rubik, Chris se lo pide y en el trayecto logra resolverlo. Esa lucidez sumada a la capacidad de asombro de Jay, le dan a Chris la posibilidad de postular a un cargo de ventas en la Corredora. Trabaja duro. Uno solo de unos veinte candidatos logrará quedarse con el puesto.
Chris estudia en las condiciones más desventajosas y sobre éstas más encima le llueven sorpresas y puertas que se cierran. Cae preso. Es un indigente más y va con su hijo deambulando por los “Hogares de Cristo” del país del norte.
Un estallido de infortunios lo tiene atrapado. Pero no claudica y al final de la película, Chris resulta ser el elegido. No lo puede creer. Contenido sale de la reunión en la que le confirman que ha sido seleccionado y se va por la calle atestada de gente. Es una lágrima, una suerte de prohibición de gritar su triunfo a los cuatro vientos. Esa imagen la va narrando una voz en off que dice en el momento que contiene la totalidad de la película: “esa, esa es la felicidad”.
Crecimiento, rentabilidad, sustentación. De las tres perspectivas, la sustentación es la de mirada de más largo plazo. Es aquella que se atribuye a los “treinta años” y no a los “treinta pesos”. Es la que se escapa de los realismos contingentes buenos o malos. Chris no debe su éxito a los escáneres de densidad ósea portátiles, tal como Jay no le debe pleitesía a su cartera de clientes. Ambos hicieron de su intuición, perseverancia, resiliencia, humildad y esperanza, su recurso sostenible. Uno para superar las dificultades y el otro para saber olfatear el talento.
“Quien es fiel a las cosas pequeñas, lo es a las cosas grandes”. Que cada próximo paso nos lleve a intentar la mejor versión de nosotros mismos, por ese acto y no necesariamente por la promesa de un destino que quizás ni siquiera alcancemos a contemplar. Hagamos el corto plazo con mirada de largo plazo, hasta que en muchos años más, otros reciban un legado que no se pueda explicar sino al modo de una gran película.
Gracias 2020 por devolvernos conciencia de pequeñez y por empujarnos no obstante a trascender desde lo mínimo. Paradoja de barro y cielo, sin certezas, sin demasiadas orientaciones, sólo con una vocación interior que nos interpela y con el testimonio de aquellos ejemplos que recibimos quizás si en nuestros primeros años, mientras crecíamos en sueños y aprendíamos a resolver sorpresas equivalentes a un Cubo de Rubik.
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