Propósito y camino
Los Físicos nos han ido enseñando el universo como una parte de un infinito continuo de cuatro dimensiones conocido como “espacio – tiempo”, el que en presencia de materia es curvo. Menuda abstracción, compleja y desafiante, pero que a veces visita fugazmente nuestro entendimiento, cuando caemos en la cuenta que el tiempo es un abstracto creado por el intelecto humano.
Por de pronto, el tiempo sólo cabe en la gnosis de quien vive y ejerce tal condición, plenamente consciente. El universo en efecto existe para quienes pueden contemplarlo y maravillarse por sus dimensiones suspendidas en la nada.
¿Y a qué va todo esto? Bueno, a que desde la pequeñez de esta esfera celeste y particularmente en esta coincidencia de tiempo entre quien escribe y quienes lean estos pensamientos, ojalá podamos descubrir luces de sentido presente, para el aquí y ahora que nos tocó vivir, acerca de nuestro querido Chile próximo al escrutinio de grandes decisiones.
No se trata de filosofar ni es asunto de poética. Más bien esta reflexión pretende ser un surco de esencia que por tal condición nos regale alguna luz atractiva, desasida de su levedad y muy por el contrario, deslumbrantemente viva.
Digamos al efecto que el espacio es el camino. Entonces, el tiempo pierde todo su valor si no lo demanda un propósito, un objetivo, un destino posible, atractivo y desafiante. De igual manera, un camino pierde todo sentido si carece de destino, si no se presenta en un instante preciso entre futuro y pasado, entre los hijos y sus padres, entre desvelos y herencias.
Los atletas lo tienen muy claro. Necesitan conocer la disciplina en la que van a competir para prepararse. Capturan referencias para graduar sus esfuerzos, no vaya a ser cosa que éstos se desvanezcan a mitad de camino o bien que la meta o el sendero trazado o ambos, resulten ser un mero espejismo.
El voto útil es como ese andar práctico que no obstante, decidió tranzar a cambio de un cierto control de la realidad, los destinos capaces de ameritar los esfuerzos. Ahora bien, el voto por los ideales y los sueños no debiera desentenderse de la levedad de la vida y extinguirse por falta de realismo, alcanzando a ser meramente un anhelo.
El desafío entonces estará al igual que respecto de los asuntos del “espacio – tiempo”, en lograr el acierto de no confundir los acuerdos con el abandono de lo que somos y en apreciar la vida no por su fugaz existir, sino por su trascendencia.
Cuando la Verdad es el Camino, también lo es la Vida. Y el bien actuar logra entonces el despliegue vasto de toda la existencia y nosotros nos quedamos con ella, pequeña, breve, pero digna, trabajada y andada, sin cálculos mezquinos ni penas inmerecidas.
Los Físicos aun no nos han comentado acerca de la honestidad del universo, pero atisban por ahí a decirnos que somos polvo de estrellas. Chile pide que lo convirtamos en sueño nuevamente, que recuperemos las coordenadas y que nuestros propósitos bien valgan los caminos, a la vez que nuestros pasos bien nos permitan atestiguar que vivimos.
Que nuestro voto no se petrifique en un día sino en el continuo de nuestros afanes. Análogamente, que en el mundo de la empresa seamos el propósito y a la vez su verbo y su ánimo. Sobre estas pequeñas certezas, lo demás que venga por añadidura. Que seamos el Chile honesto, virtuoso, transparente y operante. Que seamos la inspiración para tener futuro y no el fruto infértil de una existencia extraviada de su propia esencia.
Este próximo domingo no nos preocupemos sólo por el presidente que Chile necesita. Aprovechemos la instancia para preguntarnos por la versión de nosotros que al presidente electo más le aporte. Esa pregunta reflexionada desde cada uno de nosotros, encontrará por intuición los liderazgos y los hará expresarse. Es posible incluso, que entonces, mirando nuestro interior nos logremos adentrar en el big bang inagotable, ocurrido catorce semanas antes, contadas éstas desde que comenzó la vida.
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