Indeci s.o.s.

Pareciera que enero quiso decirnos que ya arrancó el 2024. Estamos al tanto. Lo que pasa es que todo pasando, incluido Peso Pluma, las noticias advierten una cierta intolerancia a la sorpresa. Duran un tiempo leve, casi desmemoriado, y luego aparece otro titular efímero queriendo arrebatar aunque sea un guiño de nuestras conciencias.

No se trata de pesimismo. Es que la era está pariendo un corazón y se muere de dolor según cantaba hace unos años Silvio Rodríguez. Y tanto en el frente externo como en las cosas propias de nuestro querido Chile, la vida se despierta todos los días con una novedad alarmantemente detenida.

Se veía venir diremos luego, mientras la polarización campea en el hábitat de la política y retumba en la sociedad secuestrada, impotente frente a discusiones que llevan años. El aumento del 6% en la reforma de pensiones es sólo un pequeñísimo ejemplo de las miles de realidades que ofrece el panorama de una epopeya: Libertad versus colectivismo.

¿Qué te traes entre manos 2024?

Dos veteranos disputándose el liderazgo del país del norte, acusan la oquedad de las nuevas generaciones, incapaces de encender la llama nueva para despertar esperanzas más que aplacar temores. El país de los sueños continúa sorprendiendo en muchos frentes pero se le permean sus fronteras y ya le cuesta distinguir fehacientemente entre colores demócratas y republicanos. Y la Europa entera revisa a ratos su añosa OTAN, su pertinencia a ella en los bordes, y su fuerza garante en los límites inexactos o desmemoriados de la paz.

Más cerca de nosotros, el discurso de Javier Milei en la asamblea del Foro Económico Mundial, ha quebrado todos los récords de audiencia. Occidente está en riesgo ha dicho. Y se ha mandado un análisis para meditar.

Que la economía mundial casi no creció entre el año cero y el mil ochocientos. Y luego, que fue la revolución industrial la que permitió en el mundo, que el PIB creciera quince veces en los 120 años siguientes, generando el mayor desarrollo en la historia de la humanidad. Todo junto con un crecimiento demográfico impresionante, tiempo en que su población pasó de mil seiscientos cincuenta, a cerca de los ocho mil millones de habitantes.

En su argentino perfecto, Milei ha dicho que la curva de crecimiento mundial revisada se figura un palo de hockey, plana por años y más cerca del presente, desde el 1900 a la fecha, con un crecimiento exponencial y cortísimo en su proporción de historia. Más allá de sus convicciones políticas: ¿no será ese el reflejo de nuestra levedad?

En el 1900 el 90% de la población mundial vivía en la extrema pobreza. Hoy, sólo el 5% de la población mundial tiene el nivel de vida que en el 1900 daba esa titularidad.

Palo de Hockey, a ver si tú nos cuentas de qué pobreza fue que nos sacaste, cuáles nuestros tiempos eternos, esos en que costaba para matar el hambre, pero cargados de anhelos sencillos y personales. Porque esta era no quiere tener hijos. Estos tiempos tienen apocalipsis, y a veces pareciera que el metaverso nos tragó ya hace rato y que nuestra memoria habita en la nube, mientras que nuestros cuerpos envejecen más años envejecidos.¿Más que radicalizados no será que nos encontramos indecisos? ¿No será que todo fue tan rápido que no nos quedó tiempo para afianzar nuestras libertades nuevas y mantenerlas en su esencia, humanas?

¿No será que en la niñez de esta era nueva estamos actuando como unos niños en una dulcería? Demasiadas oportunidades, nunca antes tantos recursos y tan perdidos que nos encontramos, indecisos. Y recurrimos a la política para que regule nuestros derechos, sin darnos cuenta que es imposible mitigar con fuerza el hambre ajeno.

¿Cómo es posible que un país radicalizado no logre bajar al plano de las acciones? ¿Cómo si los convencimientos son el antónimo del inmovilismo?

No existe solidaridad mayor que la del esfuerzo propio. Milei le dijo a los empresarios, que todo el que genera riqueza es un benefactor social. Pues bien, todos somos empresarios.

La subsidiaridad es la frontera que limita el esfuerzo personal de los beneficios comunitarios. Algo así como “ama a tu prójimo como a ti mismo”, debiera movernos a conquistar el futuro y a especializarnos en saber lo que queremos.

Libertad que obligas, ayúdanos a buscar propósitos honestos, a no poner el foco en obsolescencias programadas o en vértigos deshumanizantes, a bien gastar el sudor de nuestra frente. Que el palo de hockey subsista requiere de coraje, de gobernar nuestras ambiciones, de forjar nuestra escala humana con sentido y esperanza firme. De la conmoción agitada a la intensidad enfocada, es hora que revivamos decididamente.

Panel Consultores