Para crecer
Le pertenece a diciembre en propiedad y tanto es así, que lo faculta para ir cerrando el año viejo y abrir los tiempos de la historia que aún no empieza.
Un Belén para la Creación entera enciende sus luces en tantos hogares de todos los lugares del mundo y el trajín frenético de las humanas realidades, abre paso al cariño esperanzado del Niño que volverá a nacer.
A la vecina del pasaje de al fondo la respetan las bandas y los narcos le han dejado que instale el pequeño pesebre y hasta algunos se han hecho presentes. Nadie que no sea de ahí mismo entra a esa manzana. Son del crimen organizado, son soldados y tienen su inocencia extraviada pero en alguna parte siguen siendo niños. Él no sabe de fronteras. Lo ilumina todo.
Y mientras el planeta gira impertérrito con su telón de luces o estrellas para cada faz, la vida sigue su inercia aunque se detiene algo e intenta sacar de ocho mil quinientos millones de corazones, un abrazo, una sonrisa, una esperanza, una promesa.
La noche buena se va iluminando sólo con velas de pesebre para que el Niño nazca de María, mire que ella es María, Reina y Madre tanto de estas mínimas palabras como del Fruto que lleva en su Vientre.
En los territorios de la guerra entre Ucrania y Rusia, en Corea del Norte, sobre los silos que resguardan las bombas de más holocaustos que los factibles, sobre las miserias de la India alegre en sus reencarnaciones y sorprendida con su insólita economía.
Gira en frente de la China profunda castigada y necesitada en otros tiempos de ocultar sus hijos, con su muralla y su disciplina frágil, milenaria, de rostro sin rictus.
Sigue girando la esfera celeste y no se olvida de Cuba, oscurecida de antes, quizás por su esperanza tan gastada. Y avanza por Venezuela prisionera y luego vuela hacia los glaciares amenazados y las profundidades marinas y los desiertos ardientes pisoteados por el terrorismo árido. Llora por sus hijos de Israel. Se desgarra por Siria y derrocha lágrimas por el destierro de vida de sus historias sin fin.
Mira desde arriba el surco de los inmigrantes y la rabia de millones de corazones, y las cárceles y los abortos y las eutanasias y las miserias humanas. De la droga, de la prostitución, de las codicias arremolinadas para y desde cualquier dirección. Y también observa las instituciones y los gobiernos y las tantas ambiciones desasidas de sus propósitos y las lámparas carentes de aceites para iluminar el regreso del Rey.
…..en la plenitud de los tiempos ocurrirá de nuevo y nos sorprenderá cansados de la misma fe. En su andar se detiene en Chile también, con sus desesperanzas encendidas y sus monumentos que todavía no han vuelto.
Época de cambios pensamos.
¿Por qué no has llegado Señor? ¿Cómo fue que retrasaste tu segunda venida al punto que más de cien generaciones murieron ya sin estar despiertas para verte llegar?
Entonces me dices que no he entendido nada. Que desde el infinito que existe fuera de los dominios perecibles del tiempo, nos miras, nos observas y esperas el esperar de nosotros para llegar a nuestras efímeras realidades escindidas de tu Certeza sin fin.
¿Es que no te hemos pedido con fuerza razonable que venga a nosotros Tu Reino? ¿Habrá existido acaso en nuestra breve historia mortal una generación mejor o distinta de lo que somos sin ti?
Nace Señor, venga a nosotros Tu Reino. No podemos romper nuestras cadenas sin Ti.
Se acerca la Noche Buena.
Queridas amigas y amigos, reciban en este mes de diciembre nuestro especial afecto y gratitud por todos estos años que hemos podido compartir, por todo lo que hemos recibido de ustedes y nos han permitido ser, y también por lo que esperamos les hayamos logrado aportar con nuestros dedicados afanes.
A veces la fe se nos escapa porque no nos parecen las realidades que nos competen y entonces le endosamos nuestras responsabilidades a quien nos creó. Y nos preguntamos ¿cómo es que ha permitido tanta maldad y precariedad de fondo en nuestras actuaciones?
Que esta Navidad podamos volver al origen y que renovemos nuestras fuerzas para amar al prójimo como a nosotros mismos. Todo lo demás vendrá por añadidura. Porque no será nuestra la facultad para ganarnos la eternidad, sino del Amor que verá nuestros intentos con sus ojos de Padre.
Aprovechemos este pedacito de plenitud de los tiempos que nos regalaron y miremos nuestras cercanías para ver cómo mejorarlas aunque sea con unos mínimos cinco panes y dos peces.
Feliz Navidad y un 2025 lleno de fe.
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