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Los fenómenos causados por el cambio climático capturan la atención del mundo. Noticias de récords de calor, tornados y lluvias de granizos gigantes en pleno verano en el hemisferio norte. Millones de mensajes en las redes sociales y una suerte de ola abrumadora que provoca como efecto paradojal, una especie de capacidad para asimilar el fenómeno como parte del paisaje. Tiempos agitados e inmediatos, que duran menos que los titulares de portada en el existir leve y volátil de nuestra época.
Lo complejo es que en contrario, miles de problemas subyacentes, moralmente reprochables y que no le pertenecen en autoría a la inclemencia de las fuerzas naturales, parecieran estatuas petrificadas, dispuestas a no moverse ni un milímetro.
Sólo como muestra un botón. En materias previsionales, cualquier persona medianamente informada, sabe que el problema de las pensiones en Chile obedece a que desde la reforma previsional de 1981, las expectativas de vida al nacer aumentaron de 68,8 a 81,2 años y el ingreso per cápita de US$ 2.965 a US$ 15.203. Sin embargo, la tasa de ahorro previsional se ha mantenido estática en un 10%, convirtiéndose en una de las más bajas entre los países de la OCDE.
Qué sorprendente sería, que mañana el parlamento aprobara subir la tasa de ahorro previsional de 10% a 16%. Tan simple. Que adicionalmente, aprobara integrar el fondo de cesantía a los fondos de pensiones para que ese ahorro lo centralizaran también las AFP garantizando mejores rentabilidades y que las cotizaciones para financiamiento de las licencias médicas, también se centralizaran en las AFP, permitiendo a los trabajadores realizar retiros por cesantía o por licencias médicas correspondientemente. Por último, que la pensión garantizada universal volviera a formar parte del sistema de AFP (como ocurrió desde el inicio del nuevo sistema con la pensión mínima garantizada por el Estado), estableciéndose los incentivos correctos a la formalidad laboral.
Llevamos años discutiendo lo mismo y el avance ha consistido en arriesgar la existencia de las AFP debilitando sus fortalezas, independizando la pensión garantizada universal del ahorro obligatorio y autorizando mediante fraude de ley los retiros de los fondos de pensiones que mermaron en aproximadamente ocho años el ahorro previsional de los trabajadores, financiando las urgencias presentes con nuestros fondos destinados para la vejez. Pan para hoy, de seguro hambre para mañana.
Normas complejísimas en todo ámbito, se encuentran detenidas en el poder legislativo y es mejor que así se queden. Parecieran desafíos intelectuales o teóricos, en la esperanza que las leyes sustituyan nuestras voluntades. Llenos de propuestas para frenar la delincuencia pero cero convicción para asumir la tarea, mientras las cuentas nacionales se deterioran, el Estado acelera su engrosamiento y traspasamos aportes que nos muestran por efecto matemático, que la pobreza cayó, mientras aumenta la tasa de cesantía y crecen los empleos informales y decae la inversión. Magia pura.
Mientras más complejo, más difícil de creer. Y ni qué hablar de los problemas de la educación, en los que pareciera incómodo hablar del ausentismo o de las tomas ilegales que incendian los overoles blancos.
En paralelo, una suerte de caravana de la nostalgia o de la ideología un tanto enferma, viene pidiendo pista para aterrizar en el 10 de septiembre de 1973. Quiere hacerlo fuerte para dejar un surco en las heridas, de manera que Chile vuelva a doler empecinadamente, sin perdón ni olvido, sin historia aprendida, sólo con utopías contra viento y marea hasta que la realidad derroque al capitalismo y la pobreza nos parezca nuestra. Y nos resulte digna. Para que en la celebración de los 70 años de la revolución cubana se instalen nuestras esperanzas viejas como nuevas, con un ahora sí, aunque mañana no nos hagamos cargo de lo que hicimos.
No menos parecido en las empresas, nos hemos venido complicando con reglas de paridad salidas de la chistera, normas ESG distantes de la obligación propia y de tantos otros aspectos que parecieran ofrecernos utopías o simples desplazamientos de carga, para dejar de hacer lo que debemos. Una CPC conversando demasiado con el Ministro, casi como una tercera cámara legislativa y todo bien, menos lo propio. Menos ese antiguo decir de “pastelero a tus pasteles”. Un Estado empresario, un sector privado tomando acciones de seguridad ciudadana, un poder legislativo que se sacó la venda de los ojos, un poder ejecutivo que se niega a ver lo que opina la ciudadanía y unos constituyentes que intentan escribir nuestros anhelos, a sabiendas que no resolverán con su esfuerzo las demandas de los treinta pesos.
¿No será que se nos perdió la Verdad?
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